jueves, 10 de febrero de 2011

Vuelta a Tokio.

La vuelta a Tokio se convirtió, tras la experiencia en Poco a poco, en un intento de reconciliación con la cultura japonesa, especialmente con su comida. Aún así, antes de nada nos dimos un baño de occidentalismo visitando el Tokyo Disneyland Resort. Lo necesitábamos tanto que aquella visita a un parque temático se convirtió en un día para recordar. Pasar por un estado carencial atrofia tu capacidad para valorar objetivamente lo que te falta, aunque poco importa, la verdad.


El efecto Mickey hace su aparición...
Algo más felices que en la granja.
¡White Rabbit al poder!
Debido a un ciclón que ha asolado la costa australiana a la que teníamos pensado volar tuvimos que cambiar nuestros planes, alargando la estancia en Tokio. Aprovechamos la circunstancia para sumergirnos en Asakusa, uno de los barrios más tradicionales de la ciudad. Nos alojamos en un ryokan, curioseamos en tiendas de artesanía, visitamos templos y volvimos a disfrutar de su comida.

Frikismo ochentero japonés en estado puro.

Aperitivo de atún y tofu.
Especialidad de la casa de patata y cebolla.
Postre típico de alubias dulces y té verde.
Los más de 600 metros de la Tokyo Sky Tree vistos desde la habitación.
Exterior del local de la última noche en Tokio.
Interior del local de especialidades de Okinawa.
Tofu al estilo de Okinawa.
Fritura de pescado de Okinawa.
Callejón de la zona de Asakusa.
Puestos de comida para llevar de Asakusa.
Al final abandonamos el país con cierto sabor agridulce. Hemos vivimos experiencias muy interesantes, pero la barrera cultural ha resultado más infranqueable de lo que imaginábamos. Y es que todo parece más atractivo desde fuera, porque al fin y al cabo estás observando desde tu casa. 

Hasta otra Japón.

Australia es la siguiente etapa. Vamos a ello.


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