En nuestro primer día en Tokyo quedamos con una ama de casa japonesa llamada Mami Oishi, con quien contactamos a través de www.tokyofreeguide.com. Mami, de manera voluntaria, se prestó a pasar el día con nosotros enseñándonos los rincones de la ciudad que a ella más le gustaban.
La primera parada fueron los alrededores del mercado de pescado de Tsukiji, donde desayunamos un delicioso surtido de nigiris de atún. Los rincones de este mercado resultan francamente cautivadores, aunque sus sabores y olores no están hechos para todos los gustos.
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Foto: Nuestro desayuno: surtido de sushi de atún. |
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Foto: Alrededores de Tsukiji. |
Tras coger fuerzas Mami nos llevó a uno de los templos más famosos de Japón, el Senso-ji y nos explicó por encima sus rituales. Como es común en estos casos, el tufillo comercial eclipsaba el lado espiritual.
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Foto: Entrada al recinto de Senso-ji. |
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Foto: Templo de Senso-ji. |
Viendo nuestro poco agrado por las zonas turísticas la señora Oishi nos condujo a un barrio cercano donde los restaurantes se surten de material, incluyendo las fieles y caras reproducciones de comida hechas a base de plástico destinadas a los escaparates.
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Foto: Reproducciones de comida de plástico. |
De camino topamos con uno de los parques de atracciones más antiguo de la ciudad, que parecía estar sacado de una escena de “El castillo Ambulante”.
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Foto: Parque de atracciones. |
En esta zona nos detuvimos a comer una deliciosa y muy económica sopa de udon con tempura. Según Mami en Tokio se come bien en cualquier esquina, lo que facilita enormemente la labor de encontrar un restaurante. Nosotros empezamos a creerla.
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Foto: Sopa de udon con tempura. |
Nuestro día con Mami acabó en lo alto de unas torres de Shinjuku, desde donde pudimos apreciar la enormidad de la ciudad desde las alturas. La mujer nos resultó muy simpática y algo despistada, a la que agradecemos que compartiera con nosotros varias anécdotas divertidas y nos enseñara a movernos por el metro.
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Foto: Vista desde las torres del gobierno metropolitano de Tokio. |
El día terminó pronto en el hotel, llenando el estómago con la insulsa cena gratuita, listos para ganar la batalla al jetlag y afrontar un nuevo día.
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