domingo, 16 de enero de 2011

Día 3: Akihabara, Ginza y Shibuya (12/01/2011).

Tras un más que merecido descanso, afrontamos con calma la visita a Akihabara. Elegimos para ello un miércoles por la mañana, avisados de las aglomeraciones de tardes y fines de semana. El barrio nos dejó un cierto sabor agridulce, ya que si bien estaban todos los ingredientes que conocíamos faltaba el espíritu que esperábamos.




Foto: Barrio de Akihabara.
Foto: Pastelitos de venta en Akihabara.
Visitamos las tiendas de electrónica, nos acosaron las falsas colegialas, disfrutamos con la abrumadora variedad de muñecos y objetos inspirados en animes y nos turbamos con el manga porno infantil. Pero aquello no llegó a funcionar del todo.
Foto: Más pastelitos (sin comentarios).
Foto: Akihabara de noche.
Para equilibrar un poco los sentidos visitamos un templo cercano, donde reconocimos las puertas que separan el mundo terrenal y el espiritual que aparecen en “El viaje de Chihiro”.
Foto: Templo en Akihabara.
Foto: Templo en Akihabara.
Ya al anochecer nos acercamos a Ginza, donde las sensaciones fueron opuestas a Akihabara. Allá donde esperábamos una suma de ejecutivos, tiendas de lujo y caros cafés encontramos personalidad, elegancia y un ambiente especial. Resulta curioso que los coches no hagan casi ruido al pasar por estas calles y que haya tantas tiendas de dulces, con un aspecto y un packaging difícilmente superables.
Foto: Barrio de Ginza.

Foto: Dulces en Ginza.
Este vídeo lo grabamos en una juguetería de Ginza (mono-hucha):




Foto: Entrada de la juguetería en Ginza.
Lo mejor del día vino con la cena. Justo cuando estábamos a punto de desistir sobre encontrar un sitio interesante en Shibuya, nos fijamos en un oscuro callejón al lado de las vías, tenuemente iluminado por unos viejos farolillos. Aquello fue como entrar en Blade Runner. Nos encontramos con dos callejones de casitas adosadas, cada una con un minilocal en su planta baja de no más de cinco metros cuadrados. Tras dudar unos instantes decidimos entrar en uno regentado por una anciana. Fue todo un acierto. La mujer nos dio de comer un extraordinario caldo de carne, verduras y patatas, así como otros platos típicos, mientras un señor bastante borracho intentaba comunicarse con nosotros en inglés desde el taburete de al lado. Al final se creó muy buen ambiente, con brindis por nuestra boda incluido.
Foto: Entrada al local de Shibuya.
Foto: Interior del local de Shibuya.
Foto: Tofu de Kyoto con salsa de soja y tapa de Wasabi.
Foto: Caldo casero.
Estoy seguro que fue uno de los momentos del viaje. 

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