domingo, 16 de enero de 2011

Día 5: Volvemos a Tsukiji (14/01/2011).

Teniendo todavía en mente las sensaciones experimentadas en los alrededores del mercado de Tsukiji el primer día, nos decidimos a volver, esta vez sin Mami Oishi. El trasiego que ha hecho famoso al lugar empieza entrada la madrugada y finaliza sobre las ocho de la mañana. Conscientes de ello nos propusimos estar allí a las siete, pero calculamos mal el tiempo y no llegamos hasta pasadas las siete y media. Y efectivamente el mercado se tranquilizó sobre las ocho. El tamaño del lugar acongoja, así como  el número de personas correteando de un sitio a otro, llevando cajas o conduciendo lo que parecen bombonas de butano montadas en carretillas. Has de estar con todos tus sentidos alerta si no quieres acabar atropellado. Parece ser que el ayuntamiento, por los motivos de siempre, quiere trasladar este histórico mercado a las afueras. Espero que no lo consiga.
Foto: Interior del mercado.
Foto: Interior del mercado.
Foto: Trabajadores del mercado.
Foto: Moluscos gigantes.
Foto: Puestos de comida alrededor del mercado.
Foto: Puesto de comida fuera del mercado.
Foto: Unagi y hotate (vieira) a la brasa.
Tras desayunar una exquisita ración de unagi (anguila asada) nos dirigimos al museo Edo-Tokyo, donde se representan, a través de maquetas y piezas originales, las diferentes épocas de la historia de la ciudad. Para explicárnoslas se prestó voluntaria una anciana que hablaba inglés, o al menos eso creía ella. La señora estuvo dos horas chapurreando sobre samurais. El sitio fue interesante a pesar de ella. Dejémoslo así.

Acercándose la hora de comer nos dirigimos al barrio de Shinjuku, cuya estación de metro es transitada cada día por varios millones de personas. Y la verdad es que resulta un sitio bastante incómodo, ya que si no conoces bien tu destino puedes acabar desesperándote para encontrar tu salida.
Foto: Callejón especialidado en yakitoris (pinchos de pollo) en Shinjuku.
Una vez en la calle nos topamos con unos callejones de puestos especializados en yakitoris (pinchos de pollo). Aunque resultaban francamente atractivos acabamos optando por un restaurante cercano especializado en tempura (pescado y verduras rebozados). Más tarde comprobamos que era un local de reconocido prestigio en la ciudad. La tempura estuvo a la altura, y comerla en sus tatamis fue una agradable experiencia.
Foto: Entrada del restaurante Tsunahachi.
Foto: Interior del restaurante (tatami).
Foto: Tempura.
Ya al atardecer optamos por recorrer el barrio de Nakameguro, que es donde está nuestro hotel. Según nos han contado, este barrio está de moda en Tokio, algo que se percibe en las pequeñas tiendas y cafés de estilo europeo que ocupan ambos lados del río.

Siguiendo la recomendación del dueño de Federal, un encantador local de estilo australiano situado en los alrededores del mercado de Sant Antoni en Barcelona, fuimos a cenar al Higashi-Yama. Y resultó todo un acierto. Tanto el lugar como el personal estuvieron a la altura de una excelente comida. El precio fue algo elevado, aunque a nuestro entender estuvo justificado.
Foto: Entrada del restaurante.
Foto: Sashimi (pescado crudo) variado.
Foto: Ensalada de langostino y salsa de cacahuete.
Foto: Cazuela de pescado con verduras.
Foto: Disfrutando de udon.
Foto: Delicioso postre de coco y té verde.

4 comentarios:

  1. ¡Brutal chicos! Espero que lo estéis pasando en grande y que sigáis con estos posts tan visuales!!!
    Congratulations!!
    それがうまくいく

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  2. Vemos que ya estáis integrados totalmente en la vorágine de Tokio. Vuestras andanzas nos hacen recordar nuestras experiencias en el país del Sol Naciente.
    Seguid pasándolo muy bien.
    Un abrazo.
    Carmen y Pedro (Padres de Ana)

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  3. ¡Muchas gracias Carmen y Pedro! Después de varias semanas sin conexión, ahora por fin podemos volver a actualizar el blog con normalidad. Ahora ya estamos en Australia, que creo que era un destino que queríais hace unos años, y la verdad es que seguro que os encantaría.

    Un abrazo,

    Araitz.

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  4. ¡Gracias por tu apoyo Natxo!
    La verdad es que a veces da pereza hacerlo, pero luego se agradece revisar tus propias experiencias. Además, de esta manera los que estáis tan lejos nos seguís un poco mejor la pista y nos sentís más cercanos.
    ¡Un abrazo crack!

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